Escribe: Leo Covas
La fábrica chino-japonesa de electrodomésticos Shanghai Shinmei Electric
fue rodeada durante dos días por los trabajadores en huelga. Los directivos
“retenidos” desde la mañana del viernes 18 fueron el presidente de la compañía (cuya
oficina fue sitiada por 500 trabajadores) y otras 17 personas, 7 chinos y 10
japoneses.
Como parte de las “reformas” laborales implementadas cuando la fábrica
fue comprada por una firma china de Dalian (provincia de Liaoning, nordeste de
China), las autoridades pusieron en vigor una nueva “política disciplinaria”, que
impone fuertes multas, despromociones o incluso la cesantía a los trabajadores
que cometan un error o no cumplan las 49 cláusulas de la nueva normativa.
Un obrero dijo que los trabajadores ya temían que con el cambio de
dueños les hicieran firmar nuevos contratos y dejaran de gozar los beneficios obtenidos
en los años anteriores de trabajo en la fábrica.
La planta fue desalojada por una fuerza de 400 hombres de la policía de
Shanghai. Un obrero relató en su microblog la desesperante situación que les
imponía la política de superexplotación de la empresa: “Ganamos menos de 2.000
yuanes por mes [unos 322 dólares, aproximadamente 1.900
pesos argentinos], pero pueden imponernos multas de 50 a
100 yuanes por llegar tarde o pasar más de dos minutos en el baño”.
Tras la protesta obrera, la empresa emitió un comunicado en el que pidió
“disculpas” a los trabajadores por la nueva normativa y les prometió aumento de
salarios.